“Cuando hemos realizado la tarea que hemos
venido a hacer en la Tierra, se nos permite abandonar nuestro cuerpo, que
aprisiona nuestra alma al igual que el capullo de seda encierra a la futura
mariposa.
Llegado el momento, podemos marcharnos y vernos
libres del dolor, de los temores y preocupaciones; libres como una bellísima
mariposa, y regresamos a nuestro hogar, a Dios.
De una carta a un niño enfermo
de cáncer.
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